Conozca la voz del coordinador del grupo de trabajo Sistema de Control Inteligente para Redes Inalámbricas - GT-SCIFI  (UFF - Universidad Federal Fluminense; RNP). Lea ésta y otras entrevistas en el libro “RedCLARA: Nombre, voz e instrumento de la colaboración en América Latina”.

¿Cuál diría que ha sido el gran aporte de su Grupo de Trabajo al concierto de las redes académicas latinoamericanas y a RedCLARA?
Mi grupo de trabajo (SCIFI) ha desarrollado una tecnología de última milla que es muy útil para los miembros de las redes académicas que componen RedCLARA. El acceso inalámbrico es cada vez más importante y para mucha gente es el único método de acceso a Internet. El desarrollo de un software de código abierto (gratuito) que permita a hardware de más bajo costo tener las mismas características de equipamiento inalámbrico de alto costo es un “bono” para las instituciones de investigación y las universidades que hoy están en el proceso de desarrollo de infraestructura inalámbrica.

Como ejemplo, USP gasta 25 millones de reales (aproximadamente US$12 millones) para desarrollar acceso inalámbrico a través de sus campus. Empleando SCIFI ese costo caería a 3 millones de reales. UFF, UFV y UFOP en Brasil están usando SCIFI para sus campus.

A pesar de que SCIFI no está en la primera línea de los proveedores de redes académicas, puede usarse para mostrar el valor de la cooperación y crear una base de usuarios que esté más estrechamente integrada, como software de código abierto crea una oportunidad para la construcción de una comunidad.

¿Cuál es para usted el aporte que RedCLARA ha brindado a América Latina?
Antes de RedCLARA no había mucha interacción ni enlaces físicos conectando a redes latinoamericanas. La comunicación con Europa era mediada a través de Estados Unidos, hacia donde la mayoría de los países, sino todos, estaban conectados. Las redes crecen en utilidad a medida que tienen más usuarios, y la falta de incentivo para interconectar Latinoamérica no servía a los países. RedCLARA ha traído la experiencia de muchos países y permitió que no sólo las ideas se hicieran evidentes, sino también evidenció aquellas necesidades similares de las redes miembros, impulsando el progreso a través de la región.

¿Cuál ha sido para usted y su red la importancia central de CLARA-TEC?
Aunque no soy miembro de una RNIE, siendo profesor en una institución cliente, ir a las reuniones de CLARA-TEC me ha permitido no sólo aprender nuevas tecnologías que están en la vanguardia de la práctica y la investigación en redes, y también conocer a otra gente de países que tienen experiencias similares, y aprender de su conocimiento acumulado. La creación de un grupo de conocedores, que están lidiando con diferentes problemas en contextos similares es un activo muy valioso. Como todos los países en la región se enfrentan a problemas similares, las soluciones pueden ser reutilizadas y el intercambio impulsado por CLARA-TEC lo enriquece todo.

¿Qué tan importante es para su Grupo de Trabajo la colaboración que se establece dentro de CLARA-TEC y mediante ella con las redes nacionales y regionales?
El trabajo en redes es una ciencia muy aplicada. La tecnología que está siendo desarrollada está destinada a ser usada, y no sólo por el mundo académico de conocimiento creciente. En los Grupos de Trabajo lidiamos con problemas reales de manera oportuna, y necesitamos una base de usuarios para validar las soluciones desarrolladas. Con CLARA-TEC tenemos acceso a una mayor base de usuarios y a diferentes escenarios con problemas similares, lo que permite el desarrollo de soluciones útiles y generales.

Si RedCLARA no hubiese existido, ¿cómo cree que sería hoy el escenario del desarrollo técnico en la región?
Brasil tiene una historia de investigación de redes, así es que el rol de RedCLARA ha sido el de abrir los ojos para ver que la tecnología que está siendo desarrollada en el país, que tiene necesidades muy distintas a las de países desarrollados como Estados Unidos, o de aquellas regiones muy densamente pobladas, como Europa, Japón y Corea, puede ser utilizada por otros países, por nuestros países vecinos. Por largo tiempo, quizás debido a las diferencias idiomáticas, Brasil no ha cooperado con nuestros vecinos más cercanos. Y RedCLARA no sólo ha contribuido a conectar a la región, y a impulsar el desarrollo de nueva tecnología como la desarrollada por mi grupo de trabajo, que abastece a instituciones que requieren grandes redes inalámbricas pero no pueden pagar las tecnologías desarrolladas por naciones más ricas.

De acuerdo a su propio criterio, ¿cuál debiera ser el rol de RedCLARA en los próximos cinco años?
Esa no es una pregunta simple. Aunque está claro que en algunos países las redes académicas han encontrado un camino, en otros los beneficios de incentivar la ciencia no son tan claros dado que aun luchan por sobrevivir. Creo que RedCLARA debería investigar vías para hacer que las redes sean autosustentables y promover iniciativas que hagan de las redes académicas una buena alternativa para ofertas comerciales. El programa del grupo de trabajo, que permite lidiar con problemas específicos debería continuar. El incremento de la conectividad en el área también debiese ser impulsada.